La vitamina D es una sustancia esencial para el correcto funcionamiento del organismo. Está estrechamente relacionada con la luz solar por lo que es conocida como la vitamina del sol.
Esta vitamina está formada por dos compuestos liposolubles: la vitamina D3 y la vitamina D2; la primera es producida en la piel humana y en los animales, a partir de un derivado del colesterol por acción los rayos ultravioleta B de la luz solar, mientras que la D2 es producida en plantas, hongos y levaduras por la irradiación solar a partir del ergosterol.
Ambos compuestos son inactivos biológicamente, por lo que tienen que sufrir una serie de transformaciones que los hagan activos y responsables de las múltiples funciones de la vitamina D en el organismo.
¿Qué funciones tiene?
La vitamina D cumple con numerosas funciones en el organismo:
- Activa el metabolismo del calcio y del fósforo para favorecer el desarrollo de huesos y dientes.
- Mejora la absorción del calcio en el intestino.
- Favorece la reabsorción renal y la homeostasis del fósforo y el calcio.
- Regula el sistema inmunitario y la función endocrina del páncreas.
- Mantiene la piel y otros tejidos en buen estado.
- Ayuda a un correcto desarrollo neuronal.
- Previene la osteoporosis
- Interviene en el crecimiento celular y la transmisión de impulsos nerviosos al músculo.
- Participa en la coagulación sanguínea.
¿Dónde podemos encontrarla?
Lo ideal es consumir entre 10 y 15 ug de vitamina D al día, y es posible hacerlo consumiendo determinados alimentos:
- Pescado, como por ejemplo el salmón o las sardinas que aportan con 320 mg por cada 100 g.
- Lácteos como la leche y el queso, que aportan alrededor de 50 mg por cada 100 g.
- Hongos y setas
- Huevos que aportan 9 mg por cada 100 g.
- Cereales enriquecidos con vitamina D.
- Hígado
Pero, además, para alcanzar unos niveles adecuados es suficiente con permanecer al sol unos 15 minutos por día, de forma que no es necesario acudir a ningún tipo de suplementación.